domingo, 16 de febrero de 2014

EL REMORDIMIENTO DEL DÉCIMOSEXTO DÍA Y SÍSIFO.

Albert Camus, en su ensayo filosófico "El Mito de Sísifo" describe cómo los Dioses habían condenado a Sísifo a empujar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. "... Sísifo es el héroe absurdo. Lo es en tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. No se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. Los mitos están hechos para que la imaginación los anime. Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces como la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volverla a subir hacia las cimas, y baja de nuevo a la llanura. Sísifo me interesa durante ese regreso, esa pausa. Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra. Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca. Si este mito es trágico, lo es porque su protagonista tiene conciencia."
Así como el personaje mitológico, somos muchos los que hemos sido sometidos a un castigo semejante en nuestras vidas; existe una cultura no premeditada pero muy eficiente destinada a convertirnos en verdaderas máquinas culpables. La máquina funciona de la siguiente manera. Alguien emite un mensaje destinado a recordarte que has sido una mala persona por algo que dijiste o no dijiste, sentiste o no sentiste, hiciste o no hiciste. Tú respondes sintiéndote mal e incómodo en tu momento presente. Tú eres la máquina del remordimiento. Un aparato que respira, habla, camina y reacciona con cargas de culpabilidad cada vez que le echan el combustible apropiado. Y debes estar bien aceitado si has estado totalmente inmerso en nuestra cultura que es una cultura productora de culpas. Después de eso todo lo que tiene que ver con la culpabilidad, el remordimiento, el autocastigo es sumamente perjudicial. El problema está en que, por cada problema que resolvemos aparece uno nuevo. Tal como Sísifo empujando la piedra que una y otra vez vuelve sobre sí misma para que, como culpable, retome su castigo indefinidamente. Mientras sintamos remordimientos en el momento presente, los problemas no tendrán fin. “Seré lo que deseas que sea”, dice la Vida o el Ahora. “Te trataré como tú me trates. Si me ves como un problema, eso seré para ti. Si me tratas como a un obstáculo, seré un obstáculo”.
En el peor de los casos, y esto también es muy común, el momento presente es visto como un enemigo. Cuando odiamos lo que hacemos, nos quejamos de nuestro entorno, maldecimos de las cosas que suceden o han sucedido; o cuando nuestro diálogo interno está lleno de lo que deberíamos o no deberíamos hacer, de acusaciones y señalamientos, entonces nos peleamos con lo que es, con aquello que de todas maneras ya es como es. Convertimos a la Vida en nuestra enemiga y ella nos dice, “si lo que quieres es guerra, guerra tendrás”. La realidad externa, la cual es siempre el espejo de nuestro estado interior, se experimenta como algo hostil. Como una piedra cuyo peso tenemos que cargar repetitivamente a lo largo de nuestra existencia.
Para dejar de sentir remordimientos y culpabilidad, piensa en todo aquello que es lo más importante en tu vida, en los valores esenciales para ti y tu familia, define tus sueños, y encamínate hacia ellos, olvidate de todo aquello que esté obsoleto, cede, libérate de esa carga. Proponte cada día ser flexible, cada día conocer algo Nuevo, mantente abierto a nuevas ideas.
“Hay responsables, no culpables”, escribe Camus. "La sociedad desearía que el hombre absurdo reconociera su culpabilidad, su pecado. Lo absurdo no recomienda el crimen, simplemente vuelve inútil el remordimiento. El significado supremo de la vida humana es una situación de regocijo y no de desolación, pues significa que cada individuo del género humano es libre para moldear su vida, edificándose su propio porvenir."



  
En la misma onda de siempre e identificando mi manera de ser con la expresión que busco para mis imágenes, ironizo sobre el desafío para esta fecha, así vemos a nuestro personaje llevar la pesada carga de un remordimiento sombrío e inaguanteble.

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